4 de mayo de 2022.- En el post de hoy reflexionamos sobre los retos que plantea la contratación desde la perspectiva de los centros de investigación, en la que, además de saber conjugar la finalidad de la contratación con la integridad y los plazos que exige el proceso, se añade la interdisciplinariedad necesaria en los equipos para poder llevarlo a cabo

Por Pablo Bertolín Pardos, Servicios Jurídicos del IACS

Cualquiera que me esté leyendo y que se dedique a la contratación pública, sabe de la dificultad de aunar dos cuestiones, a saber: el elemento finalidad de la contratación (qué queremos y para qué contratamos), y el elemento integridad (hacerlo de tal manera que se respeten los principios que rigen la misma). A todo ello, si además, le incluimos el elemento temporal-presupuestario (ejecución anual de presupuestos y rigidez temporal de los procesos de contratación) hacen un cóctel, como poco, difícil de gestionar si se quiere que la contratación responda al objetivo para el que está concebida, cumpliendo toda la normativa vigente y sus principios y en un margen temporal muy limitado.

Pero no acaba ahí el asunto y es que, cuando se prepara un pliego para una contratación, no solo se tiene que aunar las tres cuestiones anteriores, sino que ha de hacerse en un contexto peculiar, en el que la interdisciplinariedad que requiere la mayoría de contrataciones públicas hace que el equipo para llevar a cabo la contratación, esté compuesto por especialistas que realizan los pliegos técnicos, que poco o nada entienden de los procedimientos de contratación pública, y especialistas que gestionan las contrataciones y que poco o nada saben del componente técnico de la contratación.

La interdisciplinariedad que requiere la mayoría de contrataciones públicas hace que el equipo que lleva a cabo la contratación, esté compuesto por especialistas que realizan los pliegos técnicos, que poco o nada entienden de los procedimientos de contratación pública

Esta dicotomía se magnifica en órganos de contratación cuya actividad es eminentemente técnica o de investigación, ya que no buscan comprar elementos comunes en el mercado, sino muchas veces, contratar cosas en la vanguardia del estado del arte o incluso fuera del mercado, los cuales requieren un proceso previo de I+D.

Estos problemas se magnifican cuando hablamos de hacer frente a un proceso de compra pública de innovación en los que no se puede ni elaborar pliego con lo que específicamente se quiere, por no estar en el mercado, sino que se necesita un ejercicio de innovación intelectual para describir cuáles son las funcionalidades de lo que se quiere y las necesidades que ha de cubrir.

 

Los problemas comienzan en la fase previa a la contratación

 

En este contexto, no es de extrañar que la contratación pública cuente con numerosos problemas en cuanto a la eficiencia y a la eficacia, problemas que empiezan desde la fase previa a la contratación, es decir, la realización de, entre otras cosas, las consultas preliminares al mercado, los pliegos técnicos y de cláusulas administrativas.

La configuración de los pliegos y el control de la ejecución del contrato, son las dos cuestiones fundamentales de la contratación pública. En los pliegos se configura todo el proceso de contratación y como ha de ser la ejecución del contrato, y, además, todo ello, como ejercicio apriorístico, casi nada. Este ejercicio, como hemos visto, es interdisciplinar y requiere aunar las voluntades del equipo técnico y el de contratación, cosa no siempre fácil, y es que uno tiene muy claro lo que quiere y, muchas veces, con quién le gustaría tenerlo (no ya por corrupción sino por adecuación), y el otro, que en contratación pública no se puede decidir a quién o con quien se desea contratar (a salvo la exclusividad o la emergencia, segundo caso de rabiosa actualidad por sus infaustas consecuencias).

En determinadas licitaciones de elementos relacionados con la investigación, por ejemplo, nos encontramos muchas veces con unas instituciones de investigación que solo aceptan los resultados de éstas previa utilización de unos determinados componentes técnicos (equipos especiales, materiales para la ejecución de la investigación determinados…) y por otro lado, la necesidad de concretar los pliegos para la adquisición de estos componentes técnicos que no aminoren la capacidad de competir de los licitadores o que no vulneren lo dispuesto en la norma para los pliegos de prescripciones técnicas ( no introducción de marcas específicas…). 

Así pues, el proceso de preparación de la licitación suele comenzar un juego de toma y daca, en el que uno acusa al otro de formalista y de desvirtuar la contratación de lo que se quiere (no a veces sin razón), y el otro suele terminar las frases con: «es la ley, no la he hecho yo». El proceso se va desarrollando, con reuniones, correos electrónicos, información de ida y vuelta, y cuando ya se va enfocando todo, todo puede dar un vuelco político, presupuestario o de otra índole que acabe con el trabajo en un cajón.

Además de lo anterior hay que tener en cuenta el elemento temporal, y es que todo este trabajo ha de hacerse con unos límites temporales concretos, ya que después el procedimiento tiene sus propios plazos de obligado cumplimiento (no digamos ya los famosos SARAs). Por todo ello, la generación de una buena licitación en este contexto normativo e institucional es cuanto menos compleja, por lo que nada extraña la falta de ejecución presupuestaria de nuestras administraciones, falta de ejecución que lastra la actuación de las entidades públicas cuyo fin último es el interés general.

En determinadas licitaciones de elementos relacionados con la investigación, por ejemplo, nos encontramos muchas veces con unas instituciones de investigación que solo aceptan los resultados de éstas previa utilización de unos determinados componentes técnicos y, por otro lado, la necesidad de concretar los pliegos para la adquisición de estos componentes técnicos que no aminoren la capacidad de competir de los licitadores

Pero… hay instrumentos para que el proceso sea exitoso

 

Pues bien, dicho todo esto, sí que hay instrumentos para intentar que este proceso sea exitoso y que comentamos aquí por si algún lector tiene tiempo de ponerlos en marcha:

La planificación estratégica de los órganos de contratación que acelere lo más posible el inicio de la gestión de los procedimientos de contratación, esto es fundamental por el elemento temporal de los procesos y para poder hacer un buen trabajo colectivo, construcción, repaso, reconstrucción… hasta alcanzar unos buenos pliegos, más aún, si tratamos licitaciones muy especializadas (investigación, compra pública de innovación…) cuya delimitación es extremadamente compleja. Y es que, sin tiempo, las cosas no salen igual, sino que se lo pregunten a un buen guiso.

Por otro lado, la homogenización de la documentación en procesos similares (y explicaciones en los mismos para el equipo técnico). Así pues, parece haberse dado un paso en el art. 54 del Real Decreto-ley 36/2020, aunque solo sea en el marco de la ejecución del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, hacia la posibilidad de la creación de pliegos de prescripciones técnicas “tipo” según el tipo de necesidad del órgano de contratación, y que con unas indicaciones al equipo técnico de cómo completarlo bajo, claro está, su criterio técnico, les haga la tarea mucho más digerible y puedan eliminarse retroalimentaciones y tiempos de espera innecesarios.

Aunque la contratación ya va siendo digital, lo cual ha supuesto un gran avance, en ocasiones se echa en falta que los instrumentos informáticos en los que se deben realizar las licitaciones, caso paradigmático es la PLACSP, estén preparados para todos los procesos de contratación de una forma adecuada. Por ejemplo, a día de hoy (abril del 2022) no hay procedimiento específico en PLACSP para la asociación para la innovación, y las consultas preliminares al mercado se están publicando en el apartado de noticias.

Dicho todo esto, solo queda que el que me lea y tenga que gestionar algún procedimiento, tome conciencia de las necesidades de la contraparte (técnica o jurídica) e intente facilitar el trabajo y llegar a consensos, y que nuestro regulador escuche las necesidades de los gestores, modifique la normativa y actualice los sistemas informáticos en los que se desarrollan las licitaciones, más aún, en el contexto actual de la lluvia de fondos europeos que requieren una gestión y ejecución ágil e impecable, y uno de cuyos objetivos es el fomento de la innovación, instrumentada muchas veces a través de la compra pública de innovación.

 

Hay instrumentos para intentar que este proceso sea exitoso: la planificación estratégica de los órganos de contratación que acelere lo más posible el inicio de la gestión de los procedimientos de contratación, y la homogenización de la documentación en procesos similares (y explicaciones en los mismos para el equipo técnico)